El término revestir se refiere a cubrir una superficie con el fin de protegerla o decorarla según sea el caso. El revestimiento en la construcción se relaciona con el recubrimiento exterior e interior de una edificación, proporcionándole carácter, identidad y estética, además de brindarle durabilidad y valor de acuerdo al tipo de recubrimiento que se emplee.
Clasificación de los revestimientos.
Los revestimientos se pueden clasificar , según su colocación, en verticales y horizontales; y según su continuidad en continuo o discontinuo.
No vamos a explicarle aquí lo que es horizontal y vertical, que suponemos que sabemos todos, pero sí cabe destacar que en los revestimientos verticales y horizontales de techo tiene mucha importancia el sistema de colocación y su adherencia al paramento o superficie a revestir; mientras que en los revestimientos horizontales desuelo cobra mucha importancia el desgaste y el uso, debido a que está destinado a que le pasen cosas por encima.
Revestimiento continuo
Un revestimiento se considera continuo cuando se aplica o realiza en una sola capa o de una sola vez, sin juntas entre los mismos. Como ejemplos más representativos se encuentran las pinturas, los enfoscados de mortero, los guarnecidos de yeso y los monocapas. No es del todo cierto que no existan juntas en su realización o materialización, ya que para revestimientos realizados en el exterior como los enfoscados de mortero de cal, de cemento y los monocapas, es necesario provocar la junta para evitar que el revestimiento se fisure y se cuartee de una manera aleatoria, debido a las dilataciones por cambios de temperatura. Para ello, se colocan junquillos o elementos de PVC en su realización para provocar que la junta se realice de manera lineal en un punto en el que nos interese o no nos moleste. Se recomienda realizar un despiece del mismo antes de su ejecución con paños no superioes a 7×2,5m.
Revestimiento discontinuo
Los revestimiento se consideran discontinuos cuando se realizan disponiendo elementos sucesivamente con juntas entre ellas. El ejemplo histórico más empleado como revestimiento discontinuo es el mosaico, en el que se disponían las piezas o teselas formando un dibujo en el pavimento. Actualmente, los ejemplos más representativos, son los alicatados, aplacados, solados y panelados. La fijación de los elementos se realiza con adhesivos, pasta de agarre, cemento-cola o anclajes mecánicos y juega un papel muy importante la puesta en obra para evitar que haya “dientes” o escalones (desnivel entre una pieza y otra) en la superficie a ejecutar. Asímismo,es muy importante realizar un replanteo con el despiece de los elemento por cada superficie a revestir, para asegurarnos de un resultado homogéneo y que no queden piezas excesivamente pequeñas o irregulares en los extremos o esquinas. También es muy importante el tratamiento que se le dé a las juntas, que comúnmente se llama lecheado. Se realiza con una pasta fina cementosa del color que queramos, para cubrir el espacio que queda entre las piezas y ayudar a que toda la superficie quede impermeable. Al ser el elemento más “débil de la superficie, habrá que hacer un mantenimiento de las mismas limpiándolas con productos específicos para que mantengan su aspecto y reparándolas puntualmente para que no se produzcan filtraciones a través de la superficie. Algunas veces, como en fachadas ventiladas, no se realiza tratamiento en las juntas y dejan abiertas.
Los materiales utilizados para el revestimiento de fachadas, paredes y muros, así como suelos y techos son muy diversos. Se pueden emplear todo tipo de materiales, ya sean por motivos técnicos (fácil limpieza, resbaladicidad, acústica, mantenimiento…) o por motivos estéticos o de apariencia.
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